¿Es el aprendizaje cooperativo un apoyo a la diversidad?

Comparte este post ✍

¿Es el aprendizaje cooperativo un apoyo
a la diversidad?

A lo largo de la historia de la humanidad, se ha instaurado y mantenido el paradigma de la homogeneidad y desde ese cariz se han cuestionado o evaluado diversas temáticas y problemáticas de nuestra sociedad. Dentro de este contexto la diversidad y todo en cuanto se considere distinto o no identificable con un patrón común, ha sido culturalmente excluido o postergado (Schmelkes, 2011). Desde la Antropología se plantea que la diversidad es una propiedad inherente al ser humano y no una parte del sistema de diferenciación utilizado por sociedades modernas (Geertz, 1999). Siendo así que la naturaleza humana desde su conformación es diversa, en cuanto a su esencia al igual que todas sus expresiones.

En este contexto, el aprendizaje cooperativo, surge como una metodología educativa que asume las diferencias que convergen en un aula y que además las utiliza a su favor para generar resultados positivos en cuanto a lo académico y al desarrollo social de cada estudiante. Lo anterior, es posible en el contexto de un aula que se organice como una comunidad, esto quiere decir, donde todos sus integrantes cooperen y trabajen juntos para aprender. Ahora bien, lo beneficioso del trabajo cooperativo entre estudiantes en el aula es el desarrollo de competencias básicas, habilidades interpersonales y académicas, además de las interacciones generadas con un otro.

Para que el trabajo cooperativo beneficie a todos los y las participantes de una sala de clase, es fundamental reconocer dos roles, el del tutor y el del tutorado, estos roles necesitan estructura y formación para que generen resultados exitosos. Asimismo, se debe hacer hincapié que el rol de tutorado no es exclusivo para estudiantes que tradicional o clínicamente se reconocen con una necesidad educativa especial o con alguna dificultad en el aprendizaje. La práctica demuestra que los y las estudiantes pueden llegar a ser excelentes tutores en la medida que se formen y aprendan a trabajar desde su rol en pos de sus aprendizajes y los aprendizajes colectivos, generando grandes beneficios tanto para ellos mismos desde su rol de tutor, como para los tutorados. De esta manera, se afirma que el sistema de tutorías entre iguales es efectivo en la medida que sea constante y se incremente en el tiempo, para lo cual es fundamental el rol docente en cuanto genera las oportunidades de práctica y mediación del proceso (Durán, 2009).

Durán (2009), plantean seis condiciones esenciales para la creación de un contexto de cooperación y ayuda entre iguales, estos son: oportunidad, clima positivo, motivación para la interacción, logro académico, competencia social y habilidades de interacción, y por último mantenimiento y generalización de las relaciones. Gracias a estos factores, la vinculación con un otro puede traducirse en valores que promuevan la cooperación, entendiendo el aula como comunidad, es decir, que cada estudiante se sienta parte de un todo, generando adherencia, trabajo en equipo y una cierta identidad colectiva. En segundo lugar, se manifiesta el valor de comunicación abierta sobre las singularidades de los y las estudiantes, además de las actividades de clases, lo que se traduce en la relación entre comunicación y confianza, donde cada estudiante se sienta cómodo de compartir sus dificultades, donde entre todos puedan llegar a las soluciones. Y, por último, disposición de a ayudar, que se deriva del anterior, en la medida que se normalice el acto de solicitar ayuda, sin sentir inseguridad o que esté mal visto.

El aula convertida en una comunidad de aprendices, aunando inclusión y aprendizaje entre iguales, permite la simulación de contextos que se traducen en la conformación de futuras sociedades equitativas y democráticas (Durán, 2009). Para esto, es fundamental generar conciencia y demostrar con la práctica lo provechoso que es enseñar, en la medida que al realizar el proceso se consigue aprender y potenciar conocimientos tanto individuales como colectivos.

Es así como la diversidad no debe ser comprendida como una tragedia personal aislada del contexto social, sino una característica inherente a la condición humana que debe ser reconocida y valorada como tal (López, Méndez & Mendoza, 2001), por tanto, resulta indispensable constituir espacios que promuevan el apoyo mutuo y la generación de aprendizajes individuales y colectivos.

Natalia Aguayo Hernández

Magíster en Psicología Educacional

Licenciada en Filosofía

Profesora de Enseñanza Media Universidad de Chile

Experiencia en docencia y en el área de desarrollo e innovación docente y en el área de habilidades socioemocionales, diversidad e inclusión educativa.

Descarga el documento en PDF AQUÍ.

Infórmate de nuestras noticias​

Más noticias